jueves, 18 de agosto de 2016

Mr. YouTube: determinación e innovación para llegar a la cima.

Miles de deportistas de todo el mundo se reúnen cada 4 años para participar de los Juegos Olímpicos. Esto conlleva una preparación de toda la vida, indudable sacrificio y perseverancia. Para los deportistas, el sólo hecho de llegar a esta instancia ya es un gran logro y meta en la vida. Actualmente, en los JJ.OO de Río de Janeiro está un atleta que impresiona por su determinación y perseverancia para alcanzar el éxito: Julius Yego, apodado “Mr. YouTube”, es un lanzador de Jabalina y actual campeón del mundo en su disciplina. Conoce un poco de su historia y cómo pudo triunfar a pesar de las circunstancias adversas. 
Julius Yego Kiplagat, nació el 4 de enero de 1989, en Cheptonon, Kenia. Fue el cuarto de ocho hermanos de una familia de humildes granjeros. Desde muy joven ayudaba en la agricultura a su padre y en el cuidado de los animales, dónde en sus ratos libres elaboraba varas de madera que lanzaba para entretenerse.
Tras haber fracasado en la prueba de atletismo de 10.000 metros, Julius no se dio por vencido y decidió entrenar poco a poco el lanzamiento de la jabalina, logrando una marca de 64 metros, cerca del récord nacional el cual era de 67,43. Una problemática era que no había entrenadores de jabalina en su país, por lo cual tuvo que improvisar y recurrir a videos de YouTube de Andreas Thorkildsen, un experimentado en el área, entre otros para poder perfeccionar su técnica, esto lo llevaría a ser apodado como “Mr. YouTube”. El 2008 ganó su primer título nacional, el cuál defendió dos años más. En 2010 participó del campeonato africano de atletismo en dónde ocupó el tercer puesto. Estos logros no fueron los únicos, ya que esto sólo era el comienzo de una formidable carrera.
En 2011 ocupó el primer lugar para Kenia en los juegos panafricanos. Este triunfo le permitió ser becado por 6 meses para entrenar en Finlandia, Europa. En 2012 debido a su buen rendimiento clasificó a los juegos olímpicos de Londres siendo el primer Keniano en la historia en participar de magno evento. En Londres pudo llegar a la final, codeándose con aquellos atletas que analizaba en los cyber cafés con gran admiración. Finalmente queda en el lugar décimo segundo con una marca de 77,15 metros.
Durante el 2013 participó del campeonato mundial de Moscú, donde tuvo una notable actuación, quedando en cuarto lugar, con un lanzamiento de 85,40 metros y estuvo a punto de obtener el bronce. En 2014 obtuvo la medalla dorada en los juegos de la Mancomunidad de Glasgow. Días más tarde ganó el campeonato africano. Pero su primer título a nivel mundial sería el 2015 en Pekín, dónde con una marca de 92,72 metros se convertiría en la tercera mejor marca histórica del lanzamiento de la jabalina. Actualmente Julius llega a los JJ.OO en Río como favorito, y como actual campeón mundial.




No cabe duda que en la historia de vida de este joven deportista, se pueden obtener claros consejos para lograr el éxito. No es sólo el esfuerzo y la constancia en la preparación física y mental, también es la decisión de poder innovar ante las circunstancias adversas. No importa el lugar de origen, ni la carencia de oportunidades o herramientas para triunfar, siempre se puede innovar y cambiar ese escenario negativo para sobresalir y no quedarse en la mediocridad y las excusas baratas. La determinación de Julius debe ser imperante en la vida de toda persona que lucha el día a día. Donde la desmotivación arrastra, la frustración se hace cada vez más latente y la desesperanza ante los fracasos constantes produce que la persona no tenga ganas de seguir luchando. Pero cuando se tiene la fe en Dios, es algo sobrenatural que energiza el alma y se puede proyectar de mejor manera ante las adversidades. Dios dice en su escritura: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas, ni desmayes porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:1) y esta seguridad en Dios es la que se puede tener acceso sin restricción, porque el mayor de los fracasos ocurre cuando algo no se intenta. En perder el miedo al fracaso está el puntapié inicial para el éxito, además del esfuerzo humano, y la resistencia ante la negativa de otros, incluso de los más cercanos que no mirarán con buenos ojos la iniciativa de lograr cosas grandes. La seguridad de que Dios guía la vida y dirige el camino al éxito debe ser lo primordial, porque sin Dios nada del talento y la habilidad adquirida tiene sentido, porque es gracias a él que hay vida. Quizás exista agotamiento de intentarlo una y otra vez, pero hay un rayo de luz en la expresión: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis: he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago. Dios mismo vendrá, y os salvará” (Isaías 35:3-4). Por tanto, hay que luchar con seguridad, con confianza en Dios, y con fe: esto es confiando que se recibirá la recompensa, corriendo la carrera con la certeza de alcanzar la meta (1 Corintios 9:24-27; Hebreos 11:1).

Julius Yego, luchó como muy pocos lo hacen y logran llegar a la cima. Esta semana estará participando en los JJ.OO y si bien ha logrado muchos trofeos y reconocimientos, el seguirá luchando por esa medalla de oro la cuál es su recompensa final. Así también el hombre puede obtener la recompensa final que es la vida eterna. Buscando el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33), y todo lo demás viene por añadidura. Entonces la clave está en buscar a Dios de todo corazón (Jeremías 29:13), quien luego dará fuerzas, seguridad, confianza, aliento y puede levantar al atleta aunque hierra y esté caído,pero principalmente le da vida y vida en abundancia (Juan 10:10). Y es la vida eterna la meta final para cada persona, esa vida eterna en el creador de todas las cosas, quien amó al hombre y dio su vida entera (Juan 3:16) para que todos puedan gozar del gran premio que es estar junto al mejor entrenador, motivador y sustentador del hombre: Cristo Jesús.


viernes, 12 de agosto de 2016

MATRIMONIO: ¿Para toda la vida?



Realidad local y mundial

En Chile, durante el año 2015 la cantidad de divorcios fue mayor a la de matrimonios. Según fuentes del Poder Judicial, el año pasado se produjeron 72.753 divorcios. Y en el mismo periodo 63.749 parejas se casaron de acuerdo a los datos del Registro Civil.[i] Estas estadísticas revelan la condición alarmante de los matrimonios nacionales, dónde factores como la infidelidad y la violencia intrafamiliar son los factores más determinantes a la hora de tomar la decisión del divorcio. Aunque cerca del 60% del total de los divorcios es por mutuo acuerdo, el resto llega a tener un proceso más duradero, por un año o más, asimismo de tener mayores costos monetarios en el proceso legal. Otras estadísticas encontradas en el Servicio de Registro Civil e Identificación, indican otras preocupantes cifras en cuanto a la familia: de un total de 237.541 nacimientos durante el año 2014, un 67% de ellos nacieron fuera del matrimonio, esto equivale a 161.337 niños, poco más de 2 tercios del total nacional. Esta estadística denota que la mayoría de los nacidos no nacen dentro de la institución del matrimonio. Hay además otra alarmante estadística sobre las sentencias de la violencia intrafamiliar, las que fueron 6.930 de las cuales 4.035 fueron lesiones físicas, y en dónde además sólo se estima las denuncias efectuadas, ya que el total de violentados ascendería aún mas de hacerse la denuncia correspondiente. Y la última estadística, quizás más llamativa es que durante el mismo año (2014), 22 personas cambiaron su sexo de masculino a femenino y otras 23 de femenino a masculino.[ii] Esta última tendencia se ha vuelto mundialmente aceptada y no ha pasado desapercibida por nuestro país, y son muchos más a nivel mundial que optan por ir en contra de su naturaleza sexual. Todos estos datos dan un panorama amplio del impacto social que ha producido la lejanía de los principios de Dios en las personas. Es por esto que es imprescindible poder conocer lo que dice la Biblia acerca del matrimonio, su composición y propósito.

El manual de Iglesia menciona que: el adulterio, la pornografía, el abuso de toda clase (incluyendo el abuso sexual del cónyuge, de los niños y de los ancianos), el incesto, el abuso sexual de niños, y las prácticas homosexuales y lésbicas son algunas de las perversiones evidentes del plan original de Dios e lustran la ruptura de la humanidad. Como se niega la clara intención de los pasajes bíblicos (véanse Éxo. 20:14; Lev. 18:22,29; 20:13; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10; Rom. 1:20-32) y se desprecian sus amonestaciones para dar lugar a opiniones humanas, prevalece mucha incertidumbre y confusión.[iii] Y es en esta confusión mundial donde el pueblo de Dios que tiene las escrituras como fuente de luz, puede tener la oportunidad de mostrar los principios de familia y matrimonio, como testimonio de que el Dios eterno de ayer es el mismo hoy, un Dios inmutable (Mal. 3:6; Heb. 13:8), que no cambia y en dónde sus principios son el mejor consejo que se puede adoptar y aplicar para goce y beneficio propio y para un matrimonio sano y feliz. El mundo busca sus placeres y concupiscencias (Stg. 1:13-15), pero estos deseos no provienen de Dios, sino del mundo (1 Jn. 2:16-17), por lo tanto la iglesia que Dios estableció tiene la labor no sólo de guardar lo principios Bíblicos, sino que además mostrarlos al mundo como el propósito de Dios para sus vidas.


El Matrimonio: su origen y confirmación
El matrimonio en primer lugar proviene del latín matrimonium que deriva de mater, que significa “madre”, y munium, “función, calidad legal de”, o sea, “función/oficio de madre legalmente reconocida”.[iv] Esto denota que el matrimonio debe etimológicamente hablando funcionar dentro de parámetros legales y ciertamente reconocidos dentro de una sociedad. Pero más allá del significado que hoy los estudiosos puedan dar, sabemos que la Biblia lo menciona de una forma enfática y especial mucho antes.
El origen del matrimonio surge en Edén hace más de seis mil años (Gén. 2:18-25), fue confirmado hace dos mil años por Cristo Jesús cuando vino a esta tierra, dónde habló no sólo del matrimonio, sino también enfáticamente sobre el adulterio y divorcio (Mat. 5:27-37; 19:1-12), y que hoy todavía sigue vigente. Para el cristiano es un compromiso no solo con la persona o cónyuge elegido, sino también con Dios, quien es la base de esta unión, quien los sostiene y guía durante esta nueva etapa de sus vidas, una unión como cordón de tres dobleces, el cual es resistente y no se rompe con facilidad (Ecl. 4:12).
Por otro lado Dios dejó un gran don, que es el amor (1 Cor. 13:4-13), para que podamos demostrarlo a todos nuestros cercanos, ya que la Biblia dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:39), pero de forma muy enfática y especial se debe amar y entregar por completo a la pareja dentro del bendito matrimonio, para poder reflejar completamente la imagen de Dios, como varón y hembra unidos y cimentados en su creador. El amor debe ser la base, además el respeto, la tolerancia, la paciencia, un claro sentido de responsabilidad para uno mismo como también para la pareja. Cuando el matrimonio tiene fundamentos sólidos en Dios, necesariamente reflejará su amor, su santidad, y este tipo de relación quiere Dios que exista y perdure en el tiempo. Dice la escritura que serán una sola carne (Gén. 2:24), significa estar unidos como una sola persona, pero deben tener en cuenta que Dios es quien debe morar en medio. Como tal, el matrimonio es un compromiso público, legalmente vinculante y para toda la vida, entre un hombre y una mujer, y entre la pareja y Dios (Mar. 10:29; Rom. 7:2). En la relación matrimonial existe una intimidad especial, y es así también como se ejemplifica entre Cristo y su Iglesia, dónde Cristo lo da todo por su pueblo que es la iglesia, una entrega total. Cristo es cabeza de la iglesia, y la cabeza no puede estar separa del cuerpo, así también es el matrimonio, dónde ambos, hombre y mujer deben estar unidos en Cristo (Efe. 5:31-32). El matrimonio es una unión para toda la vida y un símbolo de la unión entre Cristo y su iglesia. El espíritu que Cristo manifiesta hacia su iglesia es el espíritu que los esposos han de manifestar el uno para con el otro.[v]
Con respecto al divorcio, Jesús mismo nos habla que el divorcio sólo se acepta cuando hay adulterio (Mat. 19:9). Dice además que lo que Dios juntó que no lo separe el hombre (v. 5,6), lo que en contraste con la sociedad de hoy está en evidente desorden y desobediencia de los preceptos divinos. Encontramos en la sociedad prácticas indebidas (Efe. 5:19-21), las cuales están condenadas por Dios. Por otro lado Cristo también dice que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró en su corazón (Mat. 5:28). El adulterio no sólo se limitada al acto mismo, sino que Cristo le agregó otro énfasis y está en la mente. Cuando se mira a una mujer con deseos complacientes se está cometiendo adulterio, porque siempre los pecados comienzan en los pensamientos, pero para contrarrestar esto hay que andar en los caminos del Espíritu Santo y resistid al diablo (Efe. 5:22-24).  Cristo vino para confirmar el matrimonio, vino para recalcar que en el principio antes de la intromisión del pecado existía este el vínculo perfecto de amor que conecta a la pareja con su Dios.

Importancia de la familia
Es cierto que no existen familias o matrimonios perfectos, así también como no existen personas perfectas. Pero ante los problemas comunes en la relación, Dios quiere estar ahí para sostenerlos y ayudarles. La clave del éxito está en confiar en Dios en aquellas circunstancias difíciles, en las crisis que sobrevengan y seguir sus consejos bíblicos, dónde encontrarán la solución a cualquier problema que exista, sólo hace falta disposición para que Dios actúe en sus vidas. Dios quiere que cada uno de los miembros de la familia alcance madurez espiritual, dónde puedan luego ser parte de la gran familia de Dios (Col. 1:9)
El vínculo de la familia es el más estrecho, el más tierno y sagrado de la tierra. Estaba destinado a ser una bendición para la humanidad. Y lo es siempre que el pacto matrimonial sea sellado con inteligencia, en el temor de Dios y con la debida consideración de sus responsabilidades.[vi]
Todo ser humano es un ente social, dónde comparte con personas diariamente, y dónde siempre está conociendo nuevas personas, lugares y formando nuevas relaciones interpersonales. Pero es en el hogar donde el ser humano se desarrolla o desenvuelve mejor, logrando así adquirir en los primeros años de vida, hábitos, conductas, donde se forma el carácter, donde se adquieren los valores de cada familia, y donde también se aprende a conocer a Dios, desde temprano en su niñez. Es aquí, en el hogar, donde las personas crean conciencia de la existencia de un Dios, que los marcará por el resto de sus vidas (Prov. 22:6). Más también, es en el hogar donde existen pleitos y peleas, donde muchas veces los niños son espectadores de estos sucesos, adquiriendo malas conductas o sentimientos negativos como el odio, codicia y crueldad. Mas este aspecto negativo que se vive en muchas familias, no estaba en el plan de Dios. Es por esto que el hombre cuando se aparta de los caminos de Dios y no permite andar en su espíritu, se desvía por caminos equivocados, colapsa y refleja sentimientos de mal. Razón por la cual muchas familias son disueltas, fracasando y llegando al divorcio. En estos casos los más afectados no son ellos, sino los más indefensos; sus hijos.
El matrimonio recibió la sanción y bendición de Cristo y debe considerarse como una institución sagrada. La verdadera religión no contrarresta los planes del Señor. Dios ordenó que la mujer se uniera al hombre en santo matrimonio para formar familias coronadas de honra que fueran símbolos de la familia celestial… El matrimonio, cuando se forma con pureza y santidad, verdad y justicia, es una de las mayores bendiciones dadas a la familia humana.[vii]

El Sábado y el matrimonio
En el comienzo de todas las cosas, Dios instituyó dos cosas: el matrimonio, y también el sábado, como día Santo. El instituyó este día especial, para adoración de Dios y conmemoración de la creación perfecta que había hecho. El sábado recuerda la obra de sus manos, la sutileza de lo creado y lo perfecto que es. También nos recuerda que debemos tener un encuentro personal con Dios, en un día especial, dónde también es la oportunidad de que la familia se reúna para que juntos como una unidad glorifiquen y adoren al Señor. El sábado fue hecho para que el hombre se gozase en él, no para que fuera una carga, y es la gran oportunidad de las familias de hoy; poder regocijarse, cesando de todo el trabajo y actividades semanales para tener este alivio o refrigerio en la presencia de Dios.
Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1:26). En esta expresión entendemos que fue creado el “hombre” en sentido genérico (varón y hembra), los cuales fueron creados a imagen y a semejanza de Dios. "El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter"[viii] Muchos dicen que la mujer fue creada a imagen del varón, pero no están en lo cierto. La Biblia es clara al decir que ambos fueron creados a imagen de Dios, y es esa misma imagen que deben reflejar las personas en su entorno, lo cual implica una gran responsabilidad… Tanto hombres como mujeres son iguales ante el Altísimo, ninguno es superior a otro (Efe. 5:28), ninguno vale más que el otro, sino que son iguales en naturaleza ya fueron creados por el mismo creador, a su imagen, y para Él tienen el mismo valor e importancia. Aunque son diferentes físicamente y mentalmente (en el modo de pensar), pero espiritualmente están al mismo nivel. Dios dijo que su creación fue buena en gran manera, y así también lo fue el hombre. No cabe duda que Dios pudo haber poblado completamente la tierra con sólo dar una orden, más su plan para reproducción era que cada ente humano (varón y hembra) se complementaran el uno del otro, y fue así como cada cual se diferencia por su sexo. El relato Bíblico nos dice que Adán estaba solo en el huerto y no halló compañera para sí. Fue entonces cuando Dios le creó ayuda idónea, ya que no es bueno que el hombre esté solo. Es así como entendemos que el propósito divino fue llenar la tierra, con estos dos seres que se complementan el uno del otro.
De lo diferente que son cada uno, hombre y mujer, Dios produjo unidad y orden en ellos. Aquel primer viernes (fueron creados en el 6to dia) de la historia humana, Dios celebró el matrimonio, y al día siguiente sería la celebración del primer día de reposo (Gén. 2:1-3). Desde entonces tanto el matrimonio como el sábado han constituido un fundamento claro para la familia. El matrimonio implica desunión y unión. En primer lugar implica la desunión de padre y madre, cada cual debe dejar su casa si quiere unirse en matrimonio (Gén. 2:24), para que en segundo lugar pueda formar su propio núcleo familiar, unido con su pareja idónea.

Más que una unión física
El matrimonio también tiene un sentido de pacto, como cuando Dios hizo un pacto con su pueblo, así también el que se une en matrimonio hace un pacto de fidelidad, de apoyo mutuo e incondicional, de apoyarse en prosperidad y necesidad. En todas las situaciones complicadas que puedan suceder, es deber del compañero apoyar en todas. Este pacto solo se disuelve con el divorcio bíblicamente permitido y ya antes mencionado.

La unión hombre-mujer, no solo trata de una unión física (serán una sola carne), sino que también se refiere a estar unidos en mente y corazón, en que deben estar de acuerdo o llegar a acuerdos, a que además deben tener el mismo gran objetivo en la vida que es glorificar a Dios en cada cosa que hagan, que puedan recibirlo diariamente hasta que el vuelva por segunda vez. Cuando la pareja está unida en este sentido espiritual, ninguno de los problemas o crisis que vengan los harán desmayar, ya que tienen la plena confianza mutua, pero principalmente entiende que dependen cien por ciento de Dios, y acudirán y se aferraran a él en cada momento de ahogo.


Advertencia de vida o muerte
Es aquí, en el matrimonio cuando la pareja empieza un nuevo camino al lado de Cristo. Cuando ambos tienen este enfoque podrán tener una vida plena en todo ámbito. Más la escritura nos advierte cuando el hombre se une en yugo desigual (Cor. 6:14-15). Es muy importante este punto, ya que lo vemos muy seguido en las iglesias, donde un joven se casa con alguien con un credo diferente, y resulta todo perjudicial. En muchos casos existen embarazos no deseados y deben casarse, y es que Dios en su palabra le dijo al pueblo de Israel hasta el cansancio que no se unieran con otros pueblos idólatras,  y al no hacerle caso tenían grandes consecuencias. Lo mismo también ocurre en nuestra iglesia y sociedad actual. Un cristiano que está sólido en la palabra de Dios no debiera unirse a otra persona que no profesa lo mismo, esto lo podría llevar a alejarse del camino de Dios y por ende perder de vista Cristo y su salvación personal.

El amor indispensable
La esencia en el matrimonio es el amor. El amor marital cuando se cultiva, se riega y se desarrolla, viene a cumplir con la voluntad de Dios, que es reflejar su imagen, tener ese amor agápe, un amor incondicional, el mismo amor que tiene Dios por su pueblo. Hay distintos tipos de amor, y el agápe es aquel amor abnegado, entregado totalmente al prójimo, lo cual comprende el verdadero sentido en la pareja.  El ejemplo más claro del amor es Cristo, que aun siendo Dios, vino a este mundo a hacerse hombre (Jn. 1:14), y en su estado de hombre murió por toda la humanidad, aún sin merecerlo. Dios ama a todos, y hubiera venido a morir si sólo una persona se hubiera perdido (Lc. 15). Ese es el amor que debe aspirar un matrimonio. Un amor totalmente entregado a Dios, al cónyuge y a los hijos. Pablo dice: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Cor. 13:4-8). Para tener este tipo de amor es necesario ir a la fuente del amor; Dios mismo. En el encontramos una rica fuente de amor, que puede llenar ese “estanque” de nuestro corazón para transmitirlo a otros.
El plan de Dios es tener familias bien consolidadas sujetas a él, como la iglesia a Cristo. Mas el pecado dejó una brecha entre Dios y el hombre, donde Satanás a tratado cada vez más de derribar lo que Dios instituyó. Hoy, en día, muchas familias son desgraciadas e infelices, viven como seres independientes de Dios y es aquí donde caen, porque muchos de los problemas que existen en las familias y matrimonios son por causa del pecado que el hombre permite que entre. Es por esto que se debe pedir a Dios constantemente su presencia para que dirija la familia, para que guie el matrimonio, capacite a la pareja para educar bien a sus hijos, que puedan honrarlo en todas las cosas, con una actitud de servicio con amor sincero, con entrega total y abnegada, y es así como Dios hará grandes cosas por el matrimonio y será de bendición para otros. Serán familias y matrimonios felices en gracia y paz para con Dios y la sociedad. La decisión de permitir ser guiados por Dios en el matrimonio es decisiva para vida o muerte, pero que la decisión de nuestras familias hoy pueda ser como Josué: Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. (Jos. 24:15).


Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Cor. 13:13).







[i] http://www.emol.com/noticias/Nacional/2016/03/13/792754/La-taza-de-divorcios-supera-en-10-mil-casos-a-los-matrimonios-inscritos-en-2015.html
[ii] Todas las estadísticas mencionadas entre otras aparecen detalladamente graficadas en: https://www.registrocivil.cl/PortalOI/PDF/Banner%20de%20genero%20Final.pdf
[iii] Manual de la Iglesia, p. 147. En esta sección, capítulo 13 del manual aparece todo sobre la posición oficial de la iglesia sobre el matrimonio, divorcio y el nuevo casamiento, dando a conocer los procedimientos indicados y respaldados por la escritura.
[iv] Alfonso Ropero Berzosa, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, p. 1639.
[v] Elena de White, El Hogar Cristiano, p. 82.
[vi] Elena de White, El Hogar Cristiano, p. 14.
[vii] Elena de White, En los lugares celestiales, p. 204.
[viii] Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 25.