A veces perdemos el sentido a nuestra vida, nos
desviamos y alejamos de la presencia de Dios. Nos sentimos sin ganas de nada,
frustrados por lo que no salió bien o por lo que nunca hicimos pudiendo haberlo hecho. Nos sentimos
solos e incomprendidos en nuestros problemas, encerrados en una burbuja de la
cuál pareciera no tener salida. Agobiados por el quehacer, preocupados por el
decidir, entregados ante las adversidades de este
mundo. Y eso no es todo, estando en esta condición, habrán personas que
contribuirán, que querrán destruirte, hacerte daño y verte fracasado. Te
criticarán sin conocerte, te apuntarán con el dedo y otros hasta te
despreciarán. Y es aquí cuando nos desesperamos, perdemos la paciencia, nos
airamos o entramos en un estado que yo considero una "tormenta
existencial", dónde pareciera que toda nuestra vida es confusa e
irremediable, dónde pensamos en bajar los brazos, desistir, y rendirnos ante
las circunstancias. Estados de depresión y no de paz vienen, pensamientos
negativos entran en la mente y queremos dejar de existir. Es aquí cuando
"tocamos fondo", y nos acordamos de quién siempre estuvo allí. Quien
no nos soltó de la mano en ningún momento, por mas terrible que haya sido la
tormenta. ¡JESÚS SIEMPRE ESTUVO CONTIGO! y ante la adversidad, no pedimos su
ayuda en el momento. Y es que como seres humanos, a veces nos acordamos a
última hora de quién es nuestra ÚNICA salida... Pero misericordioso es nuestro
Dios, que siendo desobedientes e infieles, él como buen pastor, va en rescate
de aquella oveja que sufrió, que se sintió sola y desesperada y la trae a su
rebaño, donde podrá tener el mejor bienestar, y es en los brazos del salvador,
en los brazos de Cristo Jesús. Ahora, la esperanza llena nuestro ser, y las
cosas que pasaron, ya pasaron. Miramos nuevamente el horizonte, descubrimos el
camino y caminamos tranquilamente con el Salvador...
Recuerda: Después de la tormenta SIEMPRE, viene la
calma. Todo lo ocurrido en tu vida tiene propósito y a veces es necesario pasar
tiempos malos, para que al final podamos confiar en Dios y estar en sus
caminos. Aún estas a tiempo, ¡NUNCA ES TARDE PARA VOLVER A EMPEZAR!
"Porque El inflige dolor, pero da alivio; El hiere,
pero sus manos también sanan" (Job 5:18).