“Entonces
regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio
llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo
besó” (Lucas
15:20 NTV).
¿Te gustan los abrazos? Creo
que la gran mayoría de las personas les gusta sentirse querido y una
demostración de ello son los abrazos. La psicoterapeuta familiar Virginia Satir
afirmó: “Necesitamos 4 abrazos al día para sobrevivir, 8 abrazos para mantenernos
y 12 abrazos para crecer”. ¡Cuán importante es que reflejemos el amor a
nuestros cercanos de esta manera!
En cierta ocasión cuando mi
hijo tenía a penas 2 meses de vida, tuve que quedarme sólo con él por un tiempo,
mientras mi esposa llevaba a la peluquería a Almendra, nuestra mascota. Antes
de quedarme sólo con Gabriel, nos aseguramos de que tomara su leche, que no
tuviera ninguna necesidad para que todo estuviera tranquilo. Pero no fue así, a
los pocos minutos el comienza a llorar mucho, y empiezo a preocuparme ya que
había estado con cólicos esa semana. Inmediatamente comienzo a cantarle y a
mecerlo como lo hacía siempre pero no se calmaba. Le tomo la temperatura para
ver si tiene fiebre, o si tiene frío o calor, pero todo estaba bien. No me
explicaba que le pasaba, ya que sus llantos eran descontrolados y desconsolados,
y hace muy poco tiempo había tomado su leche, o sea que hambre no tenía.
Entonces decido tomar el auto e ir a la peluquería donde estaba mi esposa. Y lo
sorprendente de todo es que a pesar de que Gabriel no paraba de llorar, apenas vio
a su madre su llanto terminó. Al sentir su abrazo, su amor incondicional se
sintió tranquilo y confiado. Ese amor de madre era lo único que necesitaba para
calmar todo su sufrimiento.
Por increíble que parezca a
nosotros nos pasa igual con Dios. Nos podemos alejar de sus caminos, de sus propósitos,
pero nuestro padre celestial siempre estará dispuesto a recibirnos con los
brazos abiertos. Puede que hoy no sientas un propósito a tu vida, estás cansado
de la rutina, o vez todo oscuro a tu alrededor, y quizá te sientas reflejado
como un bebé que llora desconsoladamente, pero yo te digo en mi experiencia que
muchas veces lo único que necesitamos o lo único que nos hace falta es sentir
el abrazo de nuestro Padre celestial. Es reconciliarnos con Él. Un abrazo de
amor y de perdón infinitos. Sólo ese abrazo te hará sentir pleno y seguro.
¿Deseas que Dios te abrace hoy? Estás a sólo una oración de recibirlo. Amén y que
Dios te bendiga.
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