En Chile, durante el año
2015 la cantidad de divorcios fue mayor a la de matrimonios. Según fuentes del
Poder Judicial, el año pasado se produjeron 72.753 divorcios. Y en el mismo
periodo 63.749 parejas se casaron de acuerdo a los datos del Registro
Civil.[i] Estas
estadísticas revelan la condición alarmante de los matrimonios nacionales,
dónde factores como la infidelidad y la violencia intrafamiliar son los
factores más determinantes a la hora de tomar la decisión del divorcio. Aunque
cerca del 60% del total de los divorcios es por mutuo acuerdo, el resto llega a
tener un proceso más duradero, por un año o más, asimismo de tener mayores
costos monetarios en el proceso legal. Otras estadísticas encontradas en el Servicio
de Registro Civil e Identificación, indican otras preocupantes cifras en cuanto
a la familia: de un total de 237.541 nacimientos durante el año 2014, un 67% de
ellos nacieron fuera del matrimonio, esto equivale a 161.337 niños, poco más de
2 tercios del total nacional. Esta estadística denota que la mayoría de los
nacidos no nacen dentro de la institución del matrimonio. Hay además otra
alarmante estadística sobre las sentencias de la violencia intrafamiliar, las
que fueron 6.930 de las cuales 4.035 fueron lesiones físicas, y en dónde además
sólo se estima las denuncias efectuadas, ya que el total de violentados
ascendería aún mas de hacerse la denuncia correspondiente. Y la última
estadística, quizás más llamativa es que durante el mismo año (2014), 22
personas cambiaron su sexo de masculino a femenino y otras 23 de femenino a
masculino.[ii]
Esta última tendencia se ha vuelto mundialmente aceptada y no ha pasado
desapercibida por nuestro país, y son muchos más a nivel mundial que optan por
ir en contra de su naturaleza sexual. Todos estos datos dan un panorama amplio del
impacto social que ha producido la lejanía de los principios de Dios en las
personas. Es por esto que es imprescindible poder conocer lo que dice la Biblia
acerca del matrimonio, su composición y propósito.
El manual de Iglesia
menciona que: el adulterio, la pornografía, el abuso de toda clase (incluyendo
el abuso sexual del cónyuge, de los niños y de los ancianos), el incesto, el
abuso sexual de niños, y las prácticas homosexuales y lésbicas son algunas de
las perversiones evidentes del plan original de Dios e lustran la ruptura de la
humanidad. Como se niega la clara intención de los pasajes bíblicos (véanse
Éxo. 20:14; Lev. 18:22,29; 20:13; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10; Rom. 1:20-32) y se
desprecian sus amonestaciones para dar lugar a opiniones humanas, prevalece
mucha incertidumbre y confusión.[iii]
Y es en esta confusión mundial donde el pueblo de Dios que tiene las escrituras
como fuente de luz, puede tener la oportunidad de mostrar los principios de
familia y matrimonio, como testimonio de que el Dios eterno de ayer es el mismo
hoy, un Dios inmutable (Mal. 3:6; Heb. 13:8), que no cambia y en dónde sus
principios son el mejor consejo que se puede adoptar y aplicar para goce y
beneficio propio y para un matrimonio sano y feliz. El mundo busca sus placeres
y concupiscencias (Stg. 1:13-15), pero estos deseos no provienen de Dios, sino
del mundo (1 Jn. 2:16-17), por lo tanto la iglesia que Dios estableció tiene la
labor no sólo de guardar lo principios Bíblicos, sino que además mostrarlos al
mundo como el propósito de Dios para sus vidas.
El
Matrimonio: su origen y confirmación
El matrimonio en primer lugar proviene del latín matrimonium que deriva de mater, que significa “madre”, y munium, “función, calidad legal de”, o
sea, “función/oficio de madre legalmente reconocida”.[iv]
Esto denota que el matrimonio debe etimológicamente hablando funcionar dentro
de parámetros legales y ciertamente reconocidos dentro de una sociedad. Pero
más allá del significado que hoy los estudiosos puedan dar, sabemos que la
Biblia lo menciona de una forma enfática y especial mucho antes.
El origen del matrimonio surge en Edén hace más de
seis mil años (Gén. 2:18-25), fue confirmado hace dos mil años por Cristo Jesús
cuando vino a esta tierra, dónde habló no sólo del matrimonio, sino también
enfáticamente sobre el adulterio y divorcio (Mat. 5:27-37; 19:1-12), y que hoy todavía
sigue vigente. Para el cristiano es un compromiso no solo con la persona o
cónyuge elegido, sino también con Dios, quien es la base de esta unión, quien
los sostiene y guía durante esta nueva etapa de sus vidas, una unión como
cordón de tres dobleces, el cual es resistente y no se rompe con facilidad
(Ecl. 4:12).
Por otro lado Dios dejó un gran don, que es el amor
(1 Cor. 13:4-13), para que podamos demostrarlo a todos nuestros cercanos, ya
que la Biblia dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:39), pero de
forma muy enfática y especial se debe amar y entregar por completo a la pareja
dentro del bendito matrimonio, para poder reflejar completamente la imagen de
Dios, como varón y hembra unidos y cimentados en su creador. El amor debe ser
la base, además el respeto, la tolerancia, la paciencia, un claro sentido de
responsabilidad para uno mismo como también para la pareja. Cuando el
matrimonio tiene fundamentos sólidos en Dios, necesariamente reflejará su amor,
su santidad, y este tipo de relación quiere Dios que exista y perdure en el
tiempo. Dice la escritura que serán una sola carne (Gén. 2:24), significa estar
unidos como una sola persona, pero deben tener en cuenta que Dios es quien debe
morar en medio. Como tal, el matrimonio es un compromiso público, legalmente
vinculante y para toda la vida, entre un hombre y una mujer, y entre la pareja
y Dios (Mar. 10:29; Rom. 7:2). En la relación matrimonial existe una intimidad
especial, y es así también como se ejemplifica entre Cristo y su Iglesia, dónde
Cristo lo da todo por su pueblo que es la iglesia, una entrega total. Cristo es
cabeza de la iglesia, y la cabeza no puede estar separa del cuerpo, así también
es el matrimonio, dónde ambos, hombre y mujer deben estar unidos en Cristo
(Efe. 5:31-32). El matrimonio es una unión para toda la vida y un símbolo de la
unión entre Cristo y su iglesia. El espíritu que Cristo manifiesta hacia su
iglesia es el espíritu que los esposos han de manifestar el uno para con el
otro.[v]
Con respecto al divorcio, Jesús mismo nos habla que
el divorcio sólo se acepta cuando hay adulterio (Mat. 19:9). Dice además que lo
que Dios juntó que no lo separe el hombre (v. 5,6), lo que en contraste con la
sociedad de hoy está en evidente desorden y desobediencia de los preceptos
divinos. Encontramos en la sociedad prácticas indebidas (Efe. 5:19-21), las
cuales están condenadas por Dios. Por otro lado Cristo también dice que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró en su corazón
(Mat. 5:28). El adulterio no sólo se limitada al acto mismo, sino que Cristo le
agregó otro énfasis y está en la mente. Cuando se mira a una mujer con deseos
complacientes se está cometiendo adulterio, porque siempre los pecados
comienzan en los pensamientos, pero para contrarrestar esto hay que andar en
los caminos del Espíritu Santo y resistid al diablo (Efe. 5:22-24). Cristo vino para confirmar el matrimonio, vino
para recalcar que en el principio antes de la intromisión del pecado existía
este el vínculo perfecto de amor que conecta a la pareja con su Dios.
Importancia
de la familia
Es cierto que no existen familias o matrimonios
perfectos, así también como no existen personas perfectas. Pero ante los
problemas comunes en la relación, Dios quiere estar ahí para sostenerlos y
ayudarles. La clave del éxito está en confiar en Dios en aquellas
circunstancias difíciles, en las crisis que sobrevengan y seguir sus consejos bíblicos,
dónde encontrarán la solución a cualquier problema que exista, sólo hace falta
disposición para que Dios actúe en sus vidas. Dios quiere que cada uno de los
miembros de la familia alcance madurez espiritual, dónde puedan luego ser parte
de la gran familia de Dios (Col. 1:9)
El vínculo de la familia es el más estrecho, el más
tierno y sagrado de la tierra. Estaba destinado a ser una bendición para la
humanidad. Y lo es siempre que el pacto matrimonial sea sellado con
inteligencia, en el temor de Dios y con la debida consideración de sus
responsabilidades.[vi]
Todo ser humano es un ente social, dónde comparte
con personas diariamente, y dónde siempre está conociendo nuevas personas,
lugares y formando nuevas relaciones interpersonales. Pero es en el hogar donde
el ser humano se desarrolla o desenvuelve mejor, logrando así adquirir en los
primeros años de vida, hábitos, conductas, donde se forma el carácter, donde se
adquieren los valores de cada familia, y donde también se aprende a conocer a
Dios, desde temprano en su niñez. Es aquí, en el hogar, donde las personas crean
conciencia de la existencia de un Dios, que los marcará por el resto de sus
vidas (Prov. 22:6). Más también, es en el hogar donde existen pleitos y peleas,
donde muchas veces los niños son espectadores de estos sucesos, adquiriendo
malas conductas o sentimientos negativos como el odio, codicia y crueldad. Mas
este aspecto negativo que se vive en muchas familias, no estaba en el plan de
Dios. Es por esto que el hombre cuando se aparta de los caminos de Dios y no
permite andar en su espíritu, se desvía por caminos equivocados, colapsa y
refleja sentimientos de mal. Razón por la cual muchas familias son disueltas,
fracasando y llegando al divorcio. En estos casos los más afectados no son
ellos, sino los más indefensos; sus hijos.
El matrimonio recibió la sanción y bendición de Cristo
y debe considerarse como una institución sagrada. La verdadera religión no
contrarresta los planes del Señor. Dios ordenó que la mujer se uniera al hombre
en santo matrimonio para formar familias coronadas de honra que fueran símbolos
de la familia celestial… El matrimonio, cuando se forma con pureza y santidad,
verdad y justicia, es una de las mayores bendiciones dadas a la familia humana.[vii]
El
Sábado y el matrimonio
En el comienzo de todas las
cosas, Dios instituyó dos cosas: el matrimonio, y también el sábado, como día
Santo. El instituyó este día especial, para adoración de Dios y conmemoración
de la creación perfecta que había hecho. El sábado recuerda la obra de sus
manos, la sutileza de lo creado y lo perfecto que es. También nos recuerda que
debemos tener un encuentro personal con Dios, en un día especial, dónde también
es la oportunidad de que la familia se reúna para que juntos como una unidad
glorifiquen y adoren al Señor. El sábado fue hecho para que el hombre se gozase
en él, no para que fuera una carga, y es la gran oportunidad de las familias de
hoy; poder regocijarse, cesando de todo el trabajo y actividades semanales para
tener este alivio o refrigerio en la presencia de Dios.
Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza” (Gén. 1:26). En esta expresión entendemos que fue
creado el “hombre” en sentido genérico (varón y hembra), los cuales fueron
creados a imagen y a semejanza de Dios. "El hombre había de
llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el
carácter"[viii]
Muchos dicen que la mujer fue creada a imagen del
varón, pero no están en lo cierto. La Biblia es clara al decir que ambos fueron
creados a imagen de Dios, y es esa misma imagen que deben reflejar las personas
en su entorno, lo cual implica una gran responsabilidad… Tanto hombres como
mujeres son iguales ante el Altísimo, ninguno es superior a otro (Efe. 5:28),
ninguno vale más que el otro, sino que son iguales en naturaleza ya fueron
creados por el mismo creador, a su imagen, y para Él tienen el mismo valor e
importancia. Aunque son diferentes físicamente y mentalmente (en el modo de
pensar), pero espiritualmente están al mismo nivel. Dios dijo que su creación
fue buena en gran manera, y así también lo fue el hombre. No cabe duda que Dios
pudo haber poblado completamente la tierra con sólo dar una orden, más su plan
para reproducción era que cada ente humano (varón y hembra) se complementaran
el uno del otro, y fue así como cada cual se diferencia por su sexo. El relato
Bíblico nos dice que Adán estaba solo en el huerto y no halló compañera para
sí. Fue entonces cuando Dios le creó ayuda idónea, ya que no es bueno que el
hombre esté solo. Es así como entendemos que el propósito divino fue llenar la
tierra, con estos dos seres que se complementan el uno del otro.
De lo diferente que son cada uno, hombre y mujer,
Dios produjo unidad y orden en ellos. Aquel primer viernes (fueron creados en
el 6to dia) de la historia humana, Dios celebró el matrimonio, y al día
siguiente sería la celebración del primer día de reposo (Gén. 2:1-3). Desde
entonces tanto el matrimonio como el sábado han constituido un fundamento claro
para la familia. El matrimonio implica desunión y unión. En primer lugar implica
la desunión de padre y madre, cada cual debe dejar su casa si quiere unirse en
matrimonio (Gén. 2:24), para que en segundo lugar pueda formar su propio núcleo
familiar, unido con su pareja idónea.
Más que una
unión física
El matrimonio también tiene un sentido de pacto, como
cuando Dios hizo un pacto con su pueblo, así también el que se une en
matrimonio hace un pacto de fidelidad, de apoyo mutuo e incondicional, de apoyarse
en prosperidad y necesidad. En todas las situaciones complicadas que puedan suceder,
es deber del compañero apoyar en todas. Este pacto solo se disuelve con el
divorcio bíblicamente permitido y ya antes mencionado.
La unión hombre-mujer, no solo trata de una unión
física (serán una sola carne), sino que también se refiere a estar unidos en
mente y corazón, en que deben estar de acuerdo o llegar a acuerdos, a que además
deben tener el mismo gran objetivo en la vida que es glorificar a Dios en cada
cosa que hagan, que puedan recibirlo diariamente hasta que el vuelva por
segunda vez. Cuando la pareja está unida en este sentido espiritual, ninguno de
los problemas o crisis que vengan los harán desmayar, ya que tienen la plena
confianza mutua, pero principalmente entiende que dependen cien por ciento de
Dios, y acudirán y se aferraran a él en cada momento de ahogo.
Advertencia
de vida o muerte
Es aquí, en el matrimonio cuando la pareja empieza
un nuevo camino al lado de Cristo. Cuando ambos tienen este enfoque podrán
tener una vida plena en todo ámbito. Más la escritura nos advierte cuando el
hombre se une en yugo desigual (Cor. 6:14-15). Es muy importante este punto, ya
que lo vemos muy seguido en las iglesias, donde un joven se casa con alguien con
un credo diferente, y resulta todo perjudicial. En muchos casos existen
embarazos no deseados y deben casarse, y es que Dios en su palabra le dijo al
pueblo de Israel hasta el cansancio que no se unieran con otros pueblos
idólatras, y al no hacerle caso tenían
grandes consecuencias. Lo mismo también ocurre en nuestra iglesia y sociedad
actual. Un cristiano que está sólido en la palabra de Dios no debiera unirse a
otra persona que no profesa lo mismo, esto lo podría llevar a alejarse del
camino de Dios y por ende perder de vista Cristo y su salvación personal.
El amor
indispensable
La esencia en el matrimonio es el amor. El amor
marital cuando se cultiva, se riega y se desarrolla, viene a cumplir con la
voluntad de Dios, que es reflejar su imagen, tener ese amor agápe, un amor incondicional, el mismo
amor que tiene Dios por su pueblo. Hay distintos tipos de amor, y el agápe es aquel amor abnegado, entregado
totalmente al prójimo, lo cual comprende el verdadero sentido en la
pareja. El ejemplo más claro del amor es
Cristo, que aun siendo Dios, vino a este mundo a hacerse hombre (Jn. 1:14), y
en su estado de hombre murió por toda la humanidad, aún sin merecerlo. Dios ama
a todos, y hubiera venido a morir si sólo una persona se hubiera perdido (Lc.
15). Ese es el amor que debe aspirar un matrimonio. Un amor totalmente
entregado a Dios, al cónyuge y a los hijos. Pablo dice: “El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se
goza de la injusticia más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Cor. 13:4-8). Para
tener este tipo de amor es necesario ir a la fuente del amor; Dios mismo. En el
encontramos una rica fuente de amor, que puede llenar ese “estanque” de nuestro
corazón para transmitirlo a otros.
El plan de Dios es tener familias bien consolidadas
sujetas a él, como la iglesia a Cristo. Mas el pecado dejó una brecha entre Dios
y el hombre, donde Satanás a tratado cada vez más de derribar lo que Dios
instituyó. Hoy, en día, muchas familias son desgraciadas e infelices, viven
como seres independientes de Dios y es aquí donde caen, porque muchos de los
problemas que existen en las familias y matrimonios son por causa del pecado
que el hombre permite que entre. Es por esto que se debe pedir a Dios constantemente
su presencia para que dirija la familia, para que guie el matrimonio, capacite a
la pareja para educar bien a sus hijos, que puedan honrarlo en todas las cosas,
con una actitud de servicio con amor sincero, con entrega total y abnegada, y
es así como Dios hará grandes cosas por el matrimonio y será de bendición para
otros. Serán familias y matrimonios felices en gracia y paz para con Dios y la
sociedad. La decisión de permitir ser guiados por Dios en el matrimonio es decisiva
para vida o muerte, pero que la decisión de nuestras familias hoy pueda ser
como Josué: Y si mal os parece servir
a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron
vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los
amorreos en cuya tierra habitáis; pero
yo y mi casa serviremos a Jehová.
(Jos. 24:15).
Y
ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de
ellos es el amor (1 Cor. 13:13).
[i]
http://www.emol.com/noticias/Nacional/2016/03/13/792754/La-taza-de-divorcios-supera-en-10-mil-casos-a-los-matrimonios-inscritos-en-2015.html
[ii] Todas las
estadísticas mencionadas entre otras aparecen detalladamente graficadas en:
https://www.registrocivil.cl/PortalOI/PDF/Banner%20de%20genero%20Final.pdf
[iii] Manual de la
Iglesia, p. 147. En esta sección, capítulo 13 del manual aparece todo sobre la
posición oficial de la iglesia sobre el matrimonio, divorcio y el nuevo
casamiento, dando a conocer los procedimientos indicados y respaldados por la
escritura.
[iv] Alfonso Ropero
Berzosa, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, p. 1639.
[v] Elena de White,
El Hogar Cristiano, p. 82.
[vi] Elena de White, El
Hogar Cristiano, p. 14.
[vii] Elena de White, En
los lugares celestiales, p. 204.
[viii] Elena de White, Patriarcas
y profetas, p. 25.