sábado, 16 de junio de 2012

El Cristo compasivo


Cuenta la historia de un general que resaltó por su reputación y coraje en la Segunda Guerra Mundial, y también por la actitud que tenía frente a sus soldados. Se mezclaba en tropas para alentar y darles ánimo. En una ocasión el general avanza dónde un soldado que parecía estar desalentado y abatido. El soldado se encontraba muy nervioso, y al ver esto, el general le dice que se siente igual y que formen una dupla y que caminen un rato para que les haga bien a ambos.
En ésta breve historia podemos ver lo que significa demostrar simpatía por nuestro prójimo. El general escuchó empáticamente, reveló sus sentimientos, y lo ayudó, caminando junto a él, pero sin sentir pena, si no para apoyarse mutuamente.
Mucha gente tiene un mal concepto de lo que es la simpatía, piensan que es sentir pena por alguien, tener un aire de superioridad o simplemente acomodarse por bondad al gusto y voluntad de alguien. Es por esto que con frecuencia se aplica este concepto como algo negativo.
Jesús, mostro simpatía y consolación con las personas que sufrían, y no retrocedió frente al sufrimiento, visitaba a los enfermos, sanaba al discapacitado, su corazón se conmovía al ver tanto sufrimiento.
Es necesario “ponerse en los zapatos del otro” para comprender sus sentimientos o por lo que le está pasando. Compasión significa “sufrir con” o “sufrir juntos”, significa entonces compartir el sufrimiento con los involucrados y estar dispuestos a ayudarlos de alguna forma para que salgan de su problema o dificultad.
La palabra compasión estaba muy relacionada con el ministerio de Jesús, sintió compasión por personas que pasaban por momentos angustiantes y de sufrimiento, un claro ejemplo es la de la viuda de Naín (Luc. 7:13). El ministerio de Cristo no fue simplemente de la mente, si no que también del corazón. Al final murió en la cruz con el corazón quebrantado.
La Biblia asocia la palabra consuelo con Jesús y el Espíritu Santo (1 Juan 2:1; Juan 14:16). Ambos son consoladores según el significado de la palabra griega parákletos, que deriva de pará, “junto” y Kletos, “alguien llamado”.
Paracleto es alguien que se acerca a nosotros y nos acompaña. Así también Jesús a través del Espíritu Santo está con nosotros y permanece en nosotros, promete en su palabra nunca dejarnos y desampararnos, está dispuesto a darnos ánimo y consolarnos en momentos difíciles, él es nuestro gran consolador  y el único que nos puede dar la paz que nuestra vida necesita.
El trabajo de Cristo en la tierra estuvo compuesto por entrevistas personales. El daba un trato especial con cada alma. Muchas veces nosotros nos sentimos incómodos al relacionarnos con las personas de una forma individual para que nuestra verdadera identidad no sea mostrada. Pero Jesús quiere que tengamos una relación cercana con la gente,  así como él la tuvo en la tierra. Elena de White nos dice que el mayor de los trabajos misioneros es mediante un trabajo personal con las personas, al visitar a la gente, conversar, orar y simpatizar con ella, ganaremos corazones.
Jesús, nuestro único modelo a imitar, en cuanto a la compasión, empatía y simpatía que demostró en su ministerio. La clave para lograr estas cualidades está en pasar tiempo en comunión con Jesús, la única fuente que puede dar vida, esperanza y solución a los problemas de la vida de cualquier persona que está dolida o en sufrimiento.
                                                                        

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